MONÓLOGO (humorístico) EXISTENCIAL SOBRE EL JUEGO DE VIVIR

 

MONÓLOGO (humorístico) EXISTENCIAL SOBRE EL JUEGO DE VIVIR


¡Estoy en crisis! ¿Quién no ha oído a alguien o dicho alguna vez estas palabras…? Escuchamos la palabra crisis y saltan todas las alarmas e inmediatamente nos visualizamos como bomberos, manguera en mano, apagando un incendio; o cagándote por las patas abajo y sin encontrar nada para limpiarte. ¡Aaah! Y no crean que viene sola, es como el nombre de pila que sin el apellido nos dice poco de su casta: de ansiedad, emocional, de pareja, matrimonial, de lactancia, económica, laboral, mundial, política, familiar… ¡existenciaaal! Las hay para todos los gustos y a todas las edades. Pero, ¿hemos reparado, entre manguerazo y cagalera, en pensar el significado de tan dramática palabra? ¿O el temor a sus consecuencias es suficiente para el bloqueo de la mollera, dejando solo útiles los circuitos más primitivos que propagan el miedo? Los chinos, que tienen una sabiduría milenaria, le atribuyen al menos dos significados inseparables: peligro (wei) y oportunidad (ji). Para los griegos, que tampoco eran tontos (y los más tontos de cualquier nacionalidad o etnia hacen encaje de bolillos), el término tiene un uso general, con significados del tipo ‘distinción, decisión..., pero ¿de qué? Sigue sin decirnos nada sin su apellido de familia. Nuestra Real Academia Española (La R.A.E., que se ha quedado sin la lengua, pero que habla por todos) le atribuye el significado, después de asignarle el género femenino: 1. Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Y pone como ejemplo: Crisis de la estética renacentista. Casi nada. 2. Intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad. Crisis asmática, alérgica, epiléptica, de tos. ¿Qué sería la palabra crisis sin ninguna aclaración? Pues nada. Entre otras muchas acepciones, me quedo con la 3. Situación mala o difícil. Más lo que le cuelgue.

En definitiva, ante una crisis, de la que sea, te jorobas. Y después decides ver la botella medio vacía y sufrir, con el peligro de quedarte sin nada, o verla medio llena y vislumbrar la oportunidad de completarla. Ya sabemos que al que le pica es porque ajos come (que es lo mismo que a joderse) y está obligado a rascarse en un sentido o en el otro. Algunos listos se niegan a tomar una decisión sobre la crisis, de la que sea, y deciden no decidir. Como si eso les pudiera servir de algo. O inventan recetas con agua y ajo. A estos, además de aguantarse y a joderse por su crisis particular, la que sea, se le añade una crisis de ansiedad y se deprimen entrando en una crisis ¡existenciaaal! Dudan del sentido de su vida y de cualquier otro sentido, hasta del común, que como sabemos es el menos común de todos los sentidos. Esto provoca una crisis familiar, que aumenta la crisis social, que se globaliza en una crisis mundial. Una situación que nos joroba a todos y ¡sálvese quién pueda! La crisis, de la que sea, forma parte esencial del juego de la vida humana. Huizinga... ¿que no saben quién es? Tampoco es que yo lo conozca mucho, pero he leído que escribió un libro titulado “Homo ludens”, en latín siempre resulta más comprensible. Pues eso, en él nos describe el juego como un “círculo mágico”. Tampoco es que sea un gran descubrimiento, los juegos de magia han existido siempre, en mi infancia se llamaban Magia Borras y venían en una caja con diferentes artilugios, incluyendo la varita mágica. Parece ser que todos estamos obligados a llevar a cabo un rol, un papel escrito por otros para no salirnos del tiesto. Entiendo que ya que estamos obligados a jugar, sería mejor poder elegirlo para que nuestro “ikigai”, expresión japonesa para parecer más culto y porque es más corta, significa propósito de vida que garantiza nuestro bienestar conjugando nuestra pasión, profesión, vocación y misión. Para que el círculo mágico del juego de la vida se proteja de “aguafiestas”, que se niegan a seguir las reglas, y de “tramposos”, que las rompen para su propio beneficio. En algunas ocasiones he oído y me he escuchado decir: “No le encuentro sentido a mi vida”. Forma parte de los altibajos propios del juego “sobre vivir”, sobre todo de los bajones que nos dejan a la altura de una babucha. Cuando perdura en el tiempo, nos entristece y deprime, lo denominamos crisis existencial, que nos lleva a un nihilismo, a la nada. ¡Vamos, que estamos como una mierda! Yo me digo y les digo: ¿somos seres vivos? Sí, es evidente sin hacer elucubraciones metafísicas. ¿Cuál es la esencia de la vida? Podemos enumerar todos sus atributos, pero, simplificándolo, es vivir. El juego de sobrevivir, como todos los juegos, tiene todos sus ingredientes: reglas, habilidad para jugar, interacción de sus participantes y azar. Recomiendo como estrategia vivir y dejar vivir. Vivir implica elegir, decidir sobre cualquier cosa continuamente es una regla de oro a pesar de los aguafiestas, que se niegan a seguirla. Superar las crisis, de las que sea, es el objetivo del juego que desarrolla la habilidad para vivir, pasar de pantalla. Dejar vivir implica interactuar respetando a los demás participantes sin convertirse en un tramposo, que busca un beneficio propio efímero a costa de los otros. Podemos desarrollar nuestro juego compitiendo, que está sobrevalorado, o cooperando, que suena ñoño. La finalidad de jugar más sana es divertirse. Otra regla de oro es que no podemos elegir nacer, ni cuándo ni cómo entrar en el juego. Tampoco, quiénes serán nuestros padres por razones obvias de colas y listas de espera. Aun menos, evitar morir, ser eliminados de la partida. Solo podemos elegir, con permiso del azar, cómo jugamos. A muchos les preocupa quién inventó este jodido juego, dictó sus reglas y, también, su trascendencia. Por ello, se forman grupos de creyentes con diferentes dioses, de ateos sin más y de agnósticos de todos los tipos (son los que se bañan guardando la ropa), que debaten sobre el metajuego de la vida, sobre su existencia, y encuentran sus propias respuestas. Para Platón, un iluminado, “el hombre es el juguete de los dioses”; para mí, un desgraciado, los dioses son un juego del hombre. Hay que jorobarse, hemos vuelto a la crisis existencial. El «cogito ergo sum», en traducción libre es parecido a que con un coito hay existencia, en realidad es una traducción del planteamiento original de Descartes en francés: «Je pense, donc je suis» (pienso, entonces soy). Es propio de los humanos mezclar churras con merinas: el pensar con el ser y con el existir. Los demás seres vivos no humanos son inferiores porque simplemente viven y se ahorran pensar tanto y no por ello dejan de existir, aunque sean lo que nosotros decidamos. Si te obsesionas con la existencia, chungo, dejas de vivir y no es nada divertido. ¡Piensa, tú eliges: vivir, existir o ambas cosas con un sano equilibrio! Te aconsejo para el juego: vive tus crisis, de las que sean, y deja vivir las crisis, de las que sean, a las demás personas, mientras te diviertes. También, respeta los procesos evolutivos de la Naturaleza, hazte activista del cambio climático, que resulta muy progre, para que no se vuelvan en tu contra. No ignores que eres una pieza de un mismo puzle, por muchos relatos que puedas crear y puzles que te puedas imaginar.


Francisco Javier Chamizo Muñoz

pCh 2022